Distinto nombre, misma crisis

La Selección Mayor Femenina atraviesa uno de sus momentos más grises en años recientes, ¿Estamos estancados o retrocediendo?.

La Sele empató este martes 3-3 ante Ecuador

A pesar del relevo en el banquillo, el bajo nivel mostrado en la cancha deja en evidencia que el cambio de timón, no ha traído la mejoría esperada. Por el contrario, los números y el rendimiento colectivo parecen hablar de una selección estancada, sin identidad, sin respuesta táctica y sin una idea clara de juego.

José Benito Rubido sustituyó a la criticada entrenadora tica Amelia Valverde en el banquillo tricolor. Fotografía La Nación.

El español Beni Rubido, quien asumió el cargo en setiembre de 2023, acumula ya un año sin conocer la victoria, lo que enciende las alarmas, bajo su mando la Tricolor ha disputado 17 partidos oficiales con un saldo de apenas 6 victorias, 4 empates y 7 derrotas, para un pobre rendimiento del 43.13%. Ese registro incluso es inferior al de Amelia Valverde, quien en un centenar de juegos con la tricolor acumuló un 43.69%.

La costarricense que hoy triunfa en México fue duramente criticada en sus 8 años como DT de la selección, en el que pasó incluso 21 meses sin conocer la victoria. Fotografía Shutterstock.

Más allá de los fríos números, la preocupación se traslada al terreno de juego, donde el equipo patrio luce sin chispa, sin orden y sin argumentos; la falta de gol continúa siendo un problema crónico y a esto se suma una línea defensiva frágil, expuesta y propensa al error. La circulación del balón es lenta, la presión desorganizada y la conexión entre líneas prácticamente inexistente. Un equipo que parece navegar sin rumbo, sin una propuesta clara, ni señales de evolución.

Curiosamente, muchas de las críticas que se hacían en la era Valverde, falta de ideas, poca intensidad, nulo recambio en los juegos y escasa autocrítica, siguen vigentes en la era Rubido. Lo que debía representar una renovación, hoy es simplemente una repetición de errores, agravados por un entorno más exigente y por rivales que evolucionan a un ritmo superior al del fútbol femenino costarricense.

Aunque Rubido tuvo momentos puntuales de esperanza, como el empate histórico ante Estados Unidos y la clasificación a la Copa Oro 2024, esos destellos no alcanzan para maquillar una gestión que, hasta ahora, no ofrece respuestas ni resultados. La selección luce igual de perdida que antes, e incluso en algunos aspectos, peor.

La Federación Costarricense de Fútbol tendrá la difícil tarea de decidir si este proyecto merece continuidad o si es momento de replantear el rumbo antes de comprometer otro ciclo mundialista. Porque si algo ha quedado claro, es que el problema no era solo Amelia y que el tiempo pasa, pero la Selección sigue sin despertar.

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