#NotaDelDía| Renacer futbolístico

En nuestra nota del día queremos compartirles la historia de Katherine Saborío Jiménez, ella es jugadora de la Asociación Deportiva Carmelita Femenino desde el 21 febrero de este año y nos cuenta una muy bonita historia.

Les hablamos del gran significado que tiene para ella la celebración en cada anotación que logra. «Después de salir de Escazú hace 3 años, llegué a pensar que ya no regresaría a jugar. Mis papás siempre fueron dos apasionados por los deportes, principalmente del fútbol y ese ADN deportivo nunca se quita. Mi papá tiene 1 año y medio de fallecido y pues por ahí va toda la historia.Desde que yo era bebé, mi papá (Javier Saborío) tenía equipos de fútbol en el pueblo y también les ayudaba a los de la escuela cuando tenían que ir a participar en algún torneo estudiantil».

«Tengo fotos dónde estaba gateando al lado de los bolsos de los uniformes y las bolas, recuerdo que siempre que se podía me llevaba a los partidos entonces desde pequeña, gracias a él, siempre estuve rodeada de bolas de fútbol.Mis papás y mi abuelita siempre buscaron la forma para que mi hermano y yo pudiéramos entrenar, siempre nos acompañaban».

Katherine nos contó cómo empezó su formación en el balompié, «Inicié jugando desde los torneos escolares, luego en colegiales, también estuve en Codea Alajuela, jugué Fútbol Sala y luego Juegos Nacionales con Fútbol e hice procesos de Selección Nacional». Pero no todo ha sido fácil para Saborío, «Recuerdo que en el 2016 vinieron momentos muy difíciles, me operaron de una ruptura de Ligamento Cruzado Anterior en la rodilla derecha, que me iba a hacer querer dejar todo en el olvido, yo estaba estudiando y prefería mantenerme solo en la Universidad. Después de un proceso de terapia y rehabilitación muy largo, pude volver a entrenar, esto gracias a una gran amiga (Melissa Ovares), la fisioterapeuta que en ese momento se dedicó a trabajarme para que pudiera regresar. Siempre me mantenía activa en el gimnasio de un amigo (MG Personal Trainer) y ahí terminé de hacer la parte de fortalecimiento con Marco Carballo, Karo Pérez y Hernán Anchía (novio de la futbolista), ellos tres fueron los encargados de hacer que volviera a jugar fútbol. Después de recuperarme jugué en primera división con Dimas Escazú, ahí estuve prácticamente 3 torneos y luego tuve una recaída en la lesión, entré a trabajar y con los horarios ya era demasiado complicado poder entrenar siempre, entonces me alejé completamente del fútbol».

El amor de su hija le ayudó a superar obstáculos y motivarse para regresar a las canchas, «Sufrí mucho porque no podía jugar, no quería saber absolutamente nada del fútbol porque eso hacía que me sintiera muy mal, me sentía terrible al ver que no podía hacer lo que tanto me gustaba. Yo tengo una preciosa hija de 9 años que también es amante de los deportes y ella siempre me decía que quería verme jugar, realmente ella no sabía la magnitud que tenía para mí el que me dijera eso, pero fue ella la que empezó a meter esa espinita otra vez y se lo prometí, le prometí que en algún momento iba a regresar por ella».

«El 28 de febrero del 2021 fue el día más difícil que he tenido, ese día fue en el que sentí que todo mi mundo se venía abajo, mi papá falleció, entré en un estado de negación, depresión, enojo y todo lo que alguien puede hacer para escudarse ante una situación así y dejé botado absolutamente todo. Mi novio sabía que era un tema muy sensible y complicado para mí, le tocó sufrir bastante conmigo en todo ese proceso y aún así se encargaba de tratar de darme ánimos para poder salir de ese estado. Siempre me insistía de alguna u otra manera, hasta que un día le acepté tratar de intentarlo, empezamos a entrenar nuevamente en el gimnasio y ya luego de vez en cuando íbamos a jugar con los compañeros del trabajo de él y con los papás del equipo de fútbol de mi hija. Un día hablando entre bromas le dije a él que quería volver a jugar y que estaba la opción de hacerlo en Carmelita, pero jamás me imaginé que su respuesta sin pensarlo fue hagámoslo».

«Le dije que si íbamos a hacerlo lo haríamos bien, empezamos a entrenar horas extras para mejorar el estado físico y lo hemos ido logrando poco a poco, hasta ahora llevo 11 Kilos menos de los que tenía cuando inicié con Carmelita. Desde la muerte de mi papá hemos aprendido a ser mucho más fuertes de lo que él nos había enseñado, él y mi mamá siempre estuvieron para mí en las gradas apoyándome y quería tener algo para sentirlos más cerca en cada partido. De ahí salieron mis espinilleras, en ellas llevo fotos de las personas más importantes para mí como lo es la familia, mi mamá sigue apoyándome, ella no falta a un solo partido, grita y se emociona de una manera tan increíble, que siempre dice que eso es porque grita también por papi».

«Puedo ver a mi hija haciéndome una seña de corazón con sus manos, mi novio en cada partido ahí cerca, dándome apoyo y ahora en cada anotación, ese beso que le doy a la espinillera es como si lo estuviera celebrando con todos ellos juntos, es como si le estuviera dando un beso y un abrazo a mi papá. Si me hubieran preguntado hace un tiempo atrás si me visualizaba así, diría que no, pero de esto se trata el fútbol, es un amor que nunca se acaba. Tengo a mi lado personas maravillosas que han hecho posible que esté jugando nuevamente y estoy completamente segura de que papi, desde ahí arriba sigue estando orgulloso de mí».

Sin duda es una gran historia de superación por parte de Katherine, ella nos enseña que nunca hay que rendirse por los sueños y seguir adelante.


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