Por: Anarri Argüello, seguidora del fútbol femenino.
Entonces la “princesa” se levantó del suelo, se limpió el barro del cachete, ignoró la herida con algo de sangre en su pierna derecha producto de una barrida, y gritó con toda su fuerza bajo la lluvia y el frío: GOOOLLLLL. No era princesa, no era débil, era una jugadora de fútbol y ese puede ser el sueño de cualquier niña.
Los medios tienen el gran poder de representar a la sociedad y a las personas. De construir desde su poder simbólico las percepciones que vamos a tener de poblaciones, de figuras, realidades. Las imágenes que vemos diariamente terminan en la construcción simplificada para entender las cosas, llámese estereotipos o imaginarios.
Con el COVID-19 además de la enfermedad estamos viviendo un aumento de casos de femicidios en el país, fruto de la violencia machista que en buena medida se alimenta de los estereotipos de género y del mito del amor romántico, que sigue colocando a las mujeres como débiles objetos para uso, consumo y desecho masculino, como personas subordinadas a los hombres.
Desde estos dos elementos contextuales, quiero compartir mi idea sobre lo que deberíamos de solicitar y presionar para que se lleve a cabo, pues considero el impacto social es importantísimo y es una ventana de oportunidad.
El miércoles 5 de agosto se jugó el partido entre Liga Deportiva Alajuelense y el Deportivo Saprissa, del torneo nacional de fútbol Femenino. En este evento miles de personas observaron el llamado nuevo clásico del fútbol femenino. Tenemos entonces que 17 390 personas lo miraron por Facebook live, sumen a esa cantidad quienes lo miramos por televisión paga, más las personas que lo miraron por la aplicación de TD+(según los datos brindados por la empresa fueron más de 3000 usuarios).
Esta elevada cantidad de personas espectadoras del futbol femenino como prueba irrefutable, debe orientarnos como consumidoras y consumidores, que nos encontramos producto de la pandemia en las casas mirando más la televisión, a solicitar que la totalidad del torneo femenino de futbol sea transmitido por televisión abierta. Que este deporte desde el protagonismo femenino llegue a todos los hogares costarricenses.
En momentos de encierro y por tradición cultural el fútbol constituye un espectáculo importante y de entretenimiento para las familias costarricenses, esto como elemento positivo, pero también históricamente ha sido un detonante de la violencia machista y acá lo asocio con lo que señalé arriba. Presentar a los hogares costarricenses, referentes fuertes, decididas, deportistas, con carácter, concentración, fuerza y autonomía en las mujeres que juegan al futbol, representa en sí mismo pedagogía contra el machismo. Derrumbar imaginarios, donde los deportes son exclusivos masculinos, donde las mujeres siguen siendo consideradas débiles es imperativo, ético y urgente para desarmar la violencia simbólica patriarcal que está desangrando a las familias y matando a las mujeres.
Ya es momento de que nos muestren otras existencias, otros roles poderosos femeninos, y otra cara del fútbol. Es una excelente oportunidad para educar a hombres, mujeres y a la niñéz sobre la igualdad de género, sobre las mujeres en el deporte y también sobre la calidad, que tal como hoy, con golazos como los de Viviana Chinchilla o Katherine Alvarado, con jugadas magistrales como las Carolina Venegas, o Priscilla Chinchilla, aporta el fútbol nacional femenino.
Derrumbemos mitos y estereotipos sexistas y apostemos por trasmitir nuevas imágenes, que favorecen la igualdad y el empoderamiento de las niñas y mujeres desde la televisión que tiene mayor alcance en los hogares, la transmisión abierta.
Fotografía: Alajuelense